Listo. Por lo menos hasta junio la paz está garantizada. No hicieron falta paros ni 13 días sin clases como en 2006 para que José Manuel de la Sota actualizara los salarios de casi toda la administración en siete por ciento de bolsillo promedio. Todo un logro si se tiene en cuenta que ni el sector privado ha logrado este año semejante recomposición, pero poco aún si se tiene en cuenta que el salario estatal es uno de los que todavía no recuperó el poder de compra predevaluación.
Pero la pregunta es otra. ¿Cuánto habrá que dar en junio para evitar las marchas, los paros, las protestas que son tan irreverantes cuando una elección se aproxima?
Este año, los estatales saben que tienen las de ganar. Y De la Sota cede, total, el que pague después será otro.

Ver la foto de Néstor Kirchner firmando su solicitud de traspaso del régimen privado al estatal... asusta. Asusta tanto como cuando 13 años atrás, el entonces presidente Carlos Menem y su ministro de Economía, Domingo Cavallo, se sacaron una foto con idénticos fines: convencer a los ciudadanos de que se cambiaran de régimen. En esos tiempos, que optaran por una Administradora de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
Esas fotos asustan porque esconden el deseo de que la ciudadanía imite a tontas y a locas esos comportamientos, cuando la decisión que hay que tomar es una de las más cruciales para la vida de un trabajador: qué va a ser de él cuando, a futuro, no pueda vivir del fruto de su trabajo.
Sepa usted que, hoy por hoy, ningún sistema le garantiza el paraíso –ni siquiera algo más modesto– por la simple razón de que los argentinos no somos capaces de predecir (con cierto margen de acierto) qué país vamos a tener dentro de una, dos o tres décadas. Por lo tanto, más allá de que haya algunos indicadores objetivos (como la edad o el salario) que puedan ayudarlo a tomar una decisión, esta reforma previsional se libra en el terreno ideológico.
Si usted desconfía de su AFJP, si no le perdona que le cobren semejantes comisiones, si no le avisaron nunca que podía elegir cuando apenas empezó a trabajar y ahora está a disgusto, si no tolera la idea de que su dinero sea “trabajado” por empresas privadas hasta que usted se jubile, váyase del sistema privado.
Si en cambio usted desconfía del Estado, si no soporta la idea de que sus aportes vayan hoy a engrosar las cuentas fiscales o a pagar los haberes de quienes nunca hicieron aportes, si la falta de movilidad del salario lo asusta, quédese en la capitalización.
Hay algunos indicadores que lo pueden ayudar, y en ese sentido, este diario le ofrece el consultorio previsional. Al reparto irán los sueldos bajos y personas mayores y a las AFJP, los mejores salarios de las personas más jóvenes, en lo que acentuará una más de las tantas divisiones de la Argentina.
Esta reforma que emprendió Kirchner no hará más que alimentar los enfrentamientos: pobres contra ricos, jóvenes contra viejos, la “era K” contra los ’90. Usted piense bien. No se convenza con ninguna de las dos fotos. Porque cuando la promesa es grande, hasta el santo desconfía.

Vine a vivir a Córdoba en 1992 y ya el entonces supermercado Americanos abría los domingos. Recién a partir de febrero de 2007, el gremio de empleados de comercio logró que los supermercados pagaran jornada doble para quien trabaje días domingos y feriados. Cada empresa firma el acuerdo por su cuenta y en Córdoba la mayoría de las grandes superficies lo está pagando.
Ojo que la ley ya establece que el domingo se paga doble. Pero todo tiene su vuelta: los empleadores dan francos compensatorios, el domingo es rotativo y además, el trabajador firma su conformidad.
¿Qué sucede ahora? Todos piden trabajar el domingo. Claro: son 47 pesos promedio por ocho horas de domingo. Quien trabaja dos al mes, se gana un 19 por ciento extra, el mismo aumento salarial que se logró en 2006 vía paritarias.
Pero claro, desde las grandes superficies se hace el descargo: son 600 mil los trabajadores de comercio en el país y en los súper trabajan 80 mil. ¿El resto?
Por ahora, nada. En los shoppings, a las chicas que trabajan todos los domingos de sus vidas no les pagan nada o les descuentan por otra vía los pocos pesos que les dan los domingos.
Yo estoy de acuerdo con que haya actividad los domingos, el día más rentable para la mayoría. Todo: súper, shoppings, concesionarias, inmobiliarias, comercios, porque hay mucha gente que tiene sólo el domingo disponible para ir a esos lugares. Pero claro, señores que sacan cuentas sobre lo rentable que es el domingo: paguen el doble. Y que no pasen 15 años.

La provincia de Córdoba estaría a punto de dar el batacazo: aceptó buscar otro índice diferente al Indice de Precios al Consumidor (IPC) para ajustar el salario de los empleados estatales, que, de acuerdo a lo que se firmó en agosto pasado, le tiene que seguir los pasos a doble ritmo: inflación y recaudación.

Veámoslo de otro lado: Kirchner se desespera para mantener la inflación por debajo del 10 por ciento anual y el gobernador cordobés es el primero en desconocerle públicamente que semejante esfuerzo no sirve para nada.

El control de la inflación tiene por objetivo mantener acotado el aumento de los salarios. Si lo salarios siguen otra variable, ¿qué sentido tendrá haber intervenidoel Indec, un organismo que resistió desde las dictaduras militares a las exaltaciones de Domingo Cavallo pero que sucumbió en la era "K"?

Ojo que Kirchner tiene cómo cobrarse (y muy caro) semejante desaire del mandatario provincial.