Estamos rodeados de subsidios, lo sabemos. Estamos cómodos con el gas de red barato, tan calentito, ahora que se viene otra ola de frío. Pero a mí en lo personal me molesta la inequidad de algunas cosas, especialmente el gas. Según la EPH de Indec, el 73% de los hogares no pobres tiene conexión domiciliaria de gas, pero entre los hogares pobres, sólo el 33% de los hogares la tiene. Entonces, debe recurrir a otros métodos mucho más caros y peligrosos, como el querosene, la leña o la garrafa (que cuesta ocho veces más y que obviamente queda reservada para cocinar y bañarse).
En los meses fríos de invierno en mi casa pago 140 pesos bimensuales de gas, o sea 70 al mes. Equivalen a dos compras grandes en la verdulería, al abono del cable, al consumo mensual de un celular. Yo pagaría más con gusto. Entiendo el razonamiento de que no hay incentivos a invertir con tarifas congeladas. Sé del costo que le implica al Estado subsidiar a sectores que bien podrían calefaccionarse con su propio bolsillo. Yo ofrezco pagar más y que el Estado y las distribuidoras le conecten el gas de red al 73% de la población que todavía hoy calienta un ladrillo para que los pies no se le congelen en la cama.