lunes, 30 de junio de 2008
De no creer



La niebla que desde hace unos días cubre la ciudad de Buenos Aires enojó a los pasajeros que tenían vuelos por despegar desde el aeroparque Jorge Newbery (también hubo problemas en el puerto, corte de rutas y de autopistas). Un problema metereológico y no, al menos esta vez, por causas gremiales. Pero estos buenos señores no tuvieron mejor idea que desarmar los cestos de la basura (que son de acero inoxidable) y golpearlos, imitando los cacerolazos. Por favor, no desprestigien un método de protesta que en Argentina ha escondido razones mucho más legítimas y atendibles que no poder volar por la inseguridad que provoca la niebla. ¿Quién se hace cargo de los cestos que ya no van a estar?
 
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martes, 24 de junio de 2008
Faltan los 90 minutos
No fue posible la rendición incondicional del campo. No lo vio Néstor Kirchner de rodillas, como quería. Tampoco los dirigentes rurales lograron que el Gobierno diera marcha atrás con la suba de las retenciones, pese a una feroz protesta que duró más de 100 días y que incluyó desabastecimiento y hasta cacerolazos urbanos en repudio a la actitud intransigente del Gobierno.

El regreso del diálogo por doble vía, en el Ejecutivo y en el Poder Legislativo, logró para esta semana descomprimir el conflicto, aunque el aparato de provocación oficial –carpas en la plaza del Congreso o los power point del jefe de Gabinete, Alberto Fernández– no está desactivado. Tampoco está desactivada la protesta rural: sigue en silencio entre los productores, que se prometieron vender sólo los granos indispensables para cumplir sus compromisos. Ayer, la áspera reunión entre los dirigentes rurales y la presidenta Cristina Fernández sirvió justamente para reflejar eso: mostrarse las uñas y admitir, con sólo mirarse, que el conflicto está lejos de ser superado.

Mario Llambías, de CRA, encontró la parábola justa: “Nuestra sensación es que está por empezar el partido; todos estamos dispuestos a jugar bien, pero todavía faltan los 90 minutos”.

Da la impresión de que las partes están agazapadas a la espera de que el Congreso llegue a una solución salomónica, al incumplible cometido de dejar conformes a todos por igual. Nada más difícil: el agro quiere retenciones de 35 por ciento y Cristina quedó atrapada en su loable planteo de redistribuir la renta extraordinaria. Ayer, la Presidenta ratificó que la gestión del conflicto está en manos de 257 diputados y 72 senadores y que al Ejecutivo no le corresponde hacer nada más mientras tanto. Por caso, suspender las retenciones móviles, como pretende el campo.

Pero supongamos que el Parlamento, en un destino histórico, arriba a una solución razonable en un tiempo razonable. No será suficiente. El problema inmediato a resolver será la reconstrucción de expectativas. Hay que levantar del zócalo esa sensación instalada entre la gente de que las cosas estarán todavía peor en lo que resta del año. Hay que hacer algo más con los precios que morigerar la sensación de que aumentan a ritmo vertiginoso. Hay que poner otra vez en marcha la maquinaria empresaria y la confianza que da pie a las inversiones.

El diálogo funciona como el soplo de institucionalidad que nunca debió haberse perdido. Pero quedan los 90 minutos en el Congreso.
 
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domingo, 22 de junio de 2008
Contradicciones
 
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martes, 17 de junio de 2008
La pelota, al Congreso
La crisis del campo que ya lleva 98 días nació como un conflicto entre el Gobierno y el campo. Se convirtió en crisis económico, derivó luego en crisis política y ahora es también social. ¿Cómo se hace ahora para que no derive en una crisis también institucional?
Las cacerolas en la calle son entendibles: hartazgo de la soberbia, de la leche que no hay, de los cortes de rutas, de las horas de cola para comprar unos litros de nafta. Del desasosiego constante.
Pero las cacerolas no resuelven el problema. Hay tres vías para hacerlo: o lo hace el Ejecutivo (difícil, después de los discursos de Néstor y Cristina de hoy); o lo hace el Poder Judicial (un miembro de la Corte Suprema advirtió que el nivel de las nuevas retenciones serían confiscatorias, pero expedirse le llevaría al menos un año) o lo hace el Poder Legislativo, con las modificaciones que se deban hacer de modo que ninguna de las partes pueda decir “gané” o “perdí”.
El problema es que en Argentina el Congreso no sesiona. En la Cámara de Diputados de la Nación hubo cinco pedidos de sesiones extraordinarias realizadas por la oposición para derogar el decreto de las retenciones. En cinco semanas, nunca se armó la sesión porque nunca fueron suficientes los diputados como para dar quórum. De los cordobeses faltaron los justicialistas Nora Bedano, Beatriz Halak, Alberto Cantero, Arturo Miguel Heredia y Jorge Montoya, además de la kirchnerista Cecilia Merchán. Sus jefes políticos son Juan Schiaretti o José Manuel de la Sota, quienes proclaman que las retenciones tienen que bajar. ¿Por qué no van al Congreso a sesionar?
En la Cámara de Senadores la historia es igual, en el intento de tratar la ley de superpoderes que derogaría la facultad del Ejecutivo de decidir sobre los impuestos. De los tres senadores nacionales cordobeses, fue sólo el juecista Carlos Rossi. Faltaron Roberto Urquía y Haidé Giri.
El Congreso no es hoy siquiera una escribanía, como dice el pensador Marcos Aguinis. No sesiona. Ni los oficialistas se animan a hablar.
Ahora, Cristina de Kirchner acaba de anunciar que para “darle más democracia” a la resolución del 11 de marzo que dispuso las polémicas retenciones móviles, la enviará al Congreso. Es factible que ahí se puedan hacer los cambios que permitan destrabar el conflicto: convertirlas en fijas por encima del 35% o en móviles por debajo de las alícuotas actuales.
Será cuestión de que la ciudadanía tome nota de lo que hace cada uno de los legisladores en el recinto. Y que no pierda la memoria.
 
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martes, 10 de junio de 2008
No hay crisis
Este post va a ser más visceral. ¿Cómo puede ser que la Presidenta Cristina de Kirchner asegure, convencida, de que en estos 90 días no vivimos una crisis?.
Dijo textual el lunes, por cadena nacional: "No vivimos una crisis. Y lo pueden observar los ciudadanos de Buenos Aires al recorrer la ciudad, si es que pueden recorrer la ciudad de tantos autos que hay”. Recordó cuando esa ciudad estaba vacía en 2002 y la contrastó con la de ahora, con restaurantes llenos de gente que cpm,pra autos y plasmas.
¿Y los ciudadanos de otras ciudades? ¿Los de Sampacho, Oncativo, Monte Maíz, San Francisco? ¿Los que viven de un campo que perdió el optimismo? ¿Y las suspensiones de personal que ya pesan sobre la industria de Córdoba? ¿Los adelantos de vacaciones y la retracción del consumo?
No cuentan. No son los ciudadanos a los que le habla la Presidenta.
 
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lunes, 9 de junio de 2008
Encrucijadas de cortísimo plazo
La pulseada por el poder sigue tan fuerte como el día en que el campo advirtió que la pelea dejó de ser por unos puntos de retenciones para pasar a ser por un modelo de país. O, mejor dicho, por un modo de gestionar la política y la economía.

El modelo de gobernar sin consultar –aceptado en un país en crisis, como fueron los años posteriores a 2001– quedó bajo tela de juicio. Es tan difícil pensar ahora que el Gobierno dé marcha atrás con la suba de retenciones como que, en los tres años y medio de gestión que le quedan a Cristina Fernández, se vuelva a tomar una medida de esta naturaleza sin consenso previo.

El ex presidente Néstor Kirchner, ahora titular del PJ, sostuvo en un acto en Comodoro Rivadavia: "Hemos (sic) soportado estoicamente 90 días de extorsión y presión permanente. Les pregunto a ustedes si podrían vivir 90 días sin trabajar". El mismo argumento exhibió su esposa Cristina –quien ejerce el cargo– el jueves pasado, cuando dio otra vuelta de tuerca en la pulseada.

El grifo de la exportación de cereales está cerrado, pero la recaudación todavía no acusa el impacto. El parate comercial en el interior del país aún no preocupa al Gobierno, que entiende que la mejor manera de seguir esta pelea es confrontando. Nada indica que la estrategia vaya a cambiar ahora.

El campo está más organizado que nunca para enfrentar el desgaste al que apunta el matrimonio presidencial. A cada productor le toca ir al piquete apenas tres horas, una vez por semana. Tranqueras adentro, el trabajo sigue y la cosecha continúa bien guardada. Nada indica que el enojo de los productores haya mermado y que no vuelva a anunciarse, en días, el regreso al paro.

El miércoles 27 de mayo, la dirigencia comunicó que la medida de fuerza terminaba hoy a la 0. Y así se mantuvo, pese a que el paro de los transportistas desde el último jueves, combinado con el rural, puso en vilo al país durante cuatro días.

¿Reanudará hoy el diálogo el Gobierno, como han pedido todas las instituciones del país? "El Gobierno quiere que en los diarios el título del martes sea ‘El campo volvió al paro’ y nosotros queremos que sea ‘El Gobierno no acudió al diálogo’", confesaba anoche uno de los integrantes de la mesa de enlace. ¿Volverá el campo al paro? Son encrucijadas de cortísimo plazo.
 
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