La falta de productos lácteos llegó a Capital Federal, aunque hace más de una semana que se siente en el interior y que ahora se agravaría más con las lluvias en Córdoba y en Santa Fe.Era de esperar que la política de control de precios tuviera como contracara lógica el desabastecimiento, porque cada vez a menos empresas les conviene hacer los productos en los que no ganan plata e, incluso, pierden.Hay datos objetivos: el consumo aumentó 12 por ciento en marzo y la producción lechera cayó 10 por ciento.Las empresas dicen que están haciendo todos los esfuerzos posibles para abastecer a los centros de compra y juran que no han aumentado las exportaciones más de lo habitual. Pero no es cierto.
Sucede que hace cinco años, la tonelada de leche en polvo valía 1.500 pesos. En 2006 estaba a 2.300 y ahora cotiza 3.800 pesos. Pero el Gobierno dispuso que las lácteas no podrán venderla a más de 2.100 dólares. La medida se demoró en implementar unas semanas (arrancaría el 3 de abril) y entonces, todas aceleraron y le buscaron la vuelta para aprovechar el veranito.Lo que tampoco dicen las empresas es que cada vez les conviene menos venderle a los súper. Y esto es así porque al almacén, a la despensa, les pueden pasar la mercadería con los 10, 20 ó 30 centavos que no les autoriza Moreno.
Como si fuera poco, los híper le imponen condiciones que las chicas no pueden cumplir: descuento del 10 al 15 por ciento sobre la compra o notas de crédito para la compra que viene o pagos por estar en la punta de góndola.Así, cada vez habrá menos leche al alcance de la mano. Pero queda una esperanza: como falta en Capital Federal, capaz que ahora el superministro Moreno caiga en la cuenta que la realidad siempre puede escapar al control.
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