miércoles, 23 de julio de 2008
Ahora, la crisis provincial

Después de cinco años de crecimiento ininterrumpido, cuando parecía que los cuatro años que como máximo puede estar en el poder provincial le significarían nada más que pilotear con viento a favor, y cuando el contexto internacional le sonríe a carcajadas a la Argentina, el gobernador Juan Schiaretti se ve obligado a anunciar un antipático paquete de medidas fiscales y recorte a las jubilaciones provinciales. Ello en medio de un parate económico que tiene fecha exacta de inicio pero no de final.
Con el primero, Schiaretti intenta corregir el descalabro que se acentuó luego de que la Nación desconociera cualquier reclamo de la Provincia para cubrir el déficit de la Caja de Jubilaciones, el cumplimiento de la deuda pública local y la devolución de plata propia pagada a los constructores de obra pública. En apenas una semana, Schiaretti asumió que no habrá ni un peso nacional y que la pelea política abierta al respaldar el reclamo del campo no ha sido nada más que una excusa: la Nación no tiene fondos.
De los 650 millones de pesos que, por mes, el Estado necesita para funcionar, le faltan 70 millones frescos para la Caja y 33 millones para la deuda, más otros fondos para planes menores. Con este paquete fiscal cubre, con suerte, unos 50 millones de pesos de aquel agujero: apenas 35 por ciento de lo que necesita.
El recorte a las jubilaciones provinciales más el aporte adicional que harán los empleadores –Provincia, municipios, Epec y Banco de Córdoba, no muy contentos estos últimos– le reportarán 300 millones de pesos anuales, al menos según la aspiración provincial. Cada punto adicional de contribución patronal significa unos 65 millones al año. El recorte a las jubilaciones reportaría entre 130 millones y 260 millones, según el porcentaje de quita que finalmente se decida.
Es decir que, en el mejor de los casos, la Provincia podría juntar unos 900 millones de pesos anuales adicionales. Pero estamos a mitad del año; por lo tanto, con mucho ánimo, el impuestazo apuntalará las arcas provinciales con unos 450 millones de pesos: bastante lejos del déficit de la Caja de Jubilaciones, que para este año rondará entre 1.400 y 1.700 millones de pesos.
Con este panorama, aparece difícil la posibilidad de cerrar el año con superávit, como confesó ayer el ministro de Finanzas, Ángel Mario Elettore, y será necesario hacer un ajuste adicional o rogar para que la maquinaria del campo se ponga en marcha otra vez. El revalúo de los inmuebles avanza firme, aunque sólo será factible de aplicar en 2009 o recién en 2010.
Recorte previsional
Con el inesperado recorte a las jubilaciones provinciales, el Ejecutivo provincial apuesta a crear conciencia ciudadana sobre la extrema debilidad de la Caja de Jubilaciones, que más allá del cotilleo político tiene un problema de fondo: la actual ley 8.024, más la reforma de José Manuel de la Sota, vuelven inviables el sistema.
Entonces, una medida extrema como el recorte de haberes abona el terreno para avanzar en la reforma previsional que Schiaretti buscó instalar apenas asumió en la Casa de las Tejas, hasta que el campo cambió las prioridades en la agenda. Esto puede reportar entre 10 millones y 20 millones de pesos mensuales. Hay que pagar un altísimo costo político para recaudar algo que, puesto en perspectiva con los 70 millones que faltan todos los meses, suena a monedas. Por lo tanto, mientras se soluciona la urgencia del mes a mes, hay que evitar que el problema se perpetúe, razonan en la Casa de las Tejas. Calcular el 82 por ciento del haber jubilatorio sobre un promedio de los últimos 10 años de salarios es una forma indirecta de no pagar el costosísimo 82 por ciento.
Córdoba sabe que con Anses tiene convenios firmados y que tarde o temprano tendrá que pagar. El propio director del organismo nacional, Amado Boudou, dijo que podían retomarse las conversaciones si la Provincia avanzaba en serio con la armonización, y enviar así algo de plata.
Eso sería indispensable porque, a la luz de los números, con estas medidas no es suficiente.
 
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domingo, 20 de julio de 2008
¿Y si no sirvíó de nada?
Uno puede suponer que el voto de Julio Cobos es un freno directo al kirchnerismo de hoy y del que viene, que de ahora en más la competencia tributaria le va a corresponder sólo al Congreso, que no habrá más decisiones inconsultas de la naturaleza que pretendió abarcar la resolución 125, que se viene ahora un estilo de Gobierno más dialoguista, respetuoso de las diferencias, dispuesto a darle más institucionalidad y más democracia a todos los actos de Gobierno. Que los Kirchner van a asimilar el 17 de julio como una oportunidad para reconstruir y relanzar el Gobierno, profundamente deteriorado en imagen y en gestión durante la protesta agropecuaria.
Me gustaría eso y uno quiere pensar eso. Pero soy tremendamente pesimista. No se escuchó hasta ahora un solo acto de mea culpa, algo así como “aceptamos la decisión del Congreso”, en algo pudimos estar equivocados… No es que esté pidiendo ahora que el matrimonio se autoflagele, pero basta leer los considerandos previos en el decreto que deroga la 125 para intuir que no habrá nada de eso.
Quien se anima a decir que “nunca nos hemos traicionado” es porque lee primero un acto de traición que el de un reclamo genuino y ciudadano en la decisión del Congreso.
Creo que el Gobierno se sumergirá ahora a una caza de brujas en el seno del poder, en cómo hacer parir a los legisladores propios y aliados que se “cambiaron de bando”.
La frase “ya van a entender si es que entienden” es de alguien que no está dispuesto a aportar paz y, por lo tanto, esta crisis no habrá servido para nada. Los Kirchner van a gobernar de ahora en más buscando la oportunidad de la revancha.
 
posted by Laura González at 12:40 | Permalink | 1 comments
viernes, 11 de julio de 2008
Un país partido en dos

Bastó que el campo anunciara una movilización en repudio de las retenciones en el Monumento a la Bandera el 25 de mayo, en Rosario, para que el kirchnerismo empujara a la misma Presidenta a Saltan y le organizara un contraacto.

Bastó que Eduardo Buzzi (Federación Agraria) anunciara, cuando Diputados comenzó analizar las retenciones móviles, que el campo montaría una carpa frente al Congreso de la Nación para que el kirchnerismo le armara otras siete en repudio al campo.

Bastó con que ahora el agro anunciara una movilización el martes, 24 horas antes de que se trate en el Senado, para que el propio Néstor Kirchner –en una conferencia de prensa en la que no faltaron los aduladores que lo aplaudían– replicara que hará otro acto el mismo día a la misma hora.

Lejos de propiciar los consensos y el diálogo, la estrategia del oficialismo sigue siendo responder con más confrontación, con más división. La del campo, seguir pataleando. Anoche, la Mesa de Enlace negociaba con los piquetes uno por uno para que no corten la ruta. Saben que la sociedad no los tolera más.

A ninguno de los dos bandos las matemáticas les son afines, al menos hasta hoy. De los 72 miembros que tiene el Senado, el oficialismo tiene asegurados 35 votos, pero necesita 37 para alcanzar quórum y votar el proyecto tal como está; 30 están dispuestos a votar en contra de las retenciones móviles y hay siete que navegan entre un lado y el otro. Sobre ellos se desplegará toda la presión oficial y agropecuaria en los próximos cinco días.

El campo cuenta y recuenta y admite, en privado, que otra vez los números no le alcanzarán. Pero la estrategia será forzar algunos cambios para lograr que el proyecto vuelva a Diputados y el kirchnerismo vuelva a caminar por la cornisa. La aspiración es que los retoques entren al corazón de la resolución 125 y que se vuelva a flexibilizar la curva.

Pero el país quedó partido en dos. Más allá de lo que pase en el Senado.
 
posted by Laura González at 13:59 | Permalink | 2 comments
jueves, 3 de julio de 2008
Como al principio, pero más desconfiados
El rol que se esperaba que cumpliera el Congreso de la Nación era el de resolver el conflicto que se desató en el país hace 115 días, cuando el Gobierno dispuso unilateralmente aumentarle los impuestos a uno de los sectores más prósperos de la economía. Se esperaba que el ámbito de discusión que no se había logrado en las rutas ni en las fallidas negociaciones entre el Gobierno y el campo pudiera plasmarse en el recinto.

Pero sucedió lo mismo que durante los 100 días previos a esta instancia. Cuando ambas partes avanzaban un paso hacia el consenso –lo que implicaba abandonar la postura inicial– el ex presidente Néstor Kirchner ordenó a su tropa, entre gritos y amenazas, votar como el kirchnerismo manda y no “cambiar una coma” de la resolución 125.

No le está siendo fácil la tarea. Algunas comas se cambiaron. Anoche a las 23.15, cuando todo indicaba que el oficialismo se había asegurado la mayoría en la Cámara de Diputados para votar hoy el proyecto, se pasó a un cuarto intermedio. La lectura inmediata es que los votos en el recinto no están firmes y que será necesario al menos un día más de arenga. El proyecto de Felipe Solá podría captar los votos de la oposición y hasta convencer a algún kirchnerista madugado. Si todo estuviera garantizado, ¿por qué demorar más esta agonía?

El Gobierno apuesta a dejar al campo en una posición incómoda: será difícil volver a los piquetes en las rutas si el Congreso le aplica la institucionalidad con la que no nació esta medida. El campo apuntará que ese objetivo no se logró y que los legisladores no votaron a conciencia. De todos modos, la mesa de enlace no controla ya más a los productores en las rutas y anoche había voces que auguraban que el conflicto en el interior reaparecerá el fin de semana.

Mientras las miradas siguen puestas en cómo se pone un punto final en esta pelea, se soslayan otras lecturas sobre conflictos graves por igual. Por caso, en el primer semestre del año el sistema financiero argentino perdió 12 mil millones de pesos en depósitos, el ocho por ciento del total. En los tres meses previos a la crisis de 2001, el nivel partió de 74 mil millones de pesos en agosto de ese año y llegó a diciembre con el 6,2 por ciento menos.

El Banco Central está logrando disipar la sensación de la corrida hacia el dólar al plancharlo en torno de los 3,05 pesos, lo mismo que valía en diciembre de 2005. Pero lo cierto es que, todos los días, las reservas sufren una sangría que promedia los 250 millones de dólares para sostener esa “sensación”. La diferencia entre aquel escenario de entonces con el actual está en el nivel de reservas: 8.500 millones de dólares en 2001 frente a los 47.000 de ahora. Pero si no hay confianza, el tamaño de las reservas sólo garantiza que habrá mayor tiempo de aguante.

No sirve suspender las retenciones móviles por un mes, ni 90 días, ni 180. Hay que resolver el problema ahora antes de que el resto de las variables de la economía se deterioren más. Hay que restaurar la confianza.

Si el Congreso no logra ajustar un proyecto que conforme en parte al campo, el problema volverá a las puertas del Ejecutivo. Y estaremos como al principio, pero más desconfiados.
 
posted by Laura González at 20:04 | Permalink | 0 comments