Hay gente que se queja sólo por deporte. Ahora, pululan en todos lados las reacciones en contra del Censo Provincial que se realizará en Córdoba el miércoles 27. Nos estamos manejando con datos de 1996 y desde entonces a esta parte, tenemos otro país, otra provincia, otra realidad en el interior y sería saludable actualizar datos para tomar real dimensión de dónde estamos parados. Hacia ahí apuntamos.
Pero la Provincia ha creado esta situación de encono y enfrentamiento interno (no tenemos bastantes ya?) al largar un 0800 para denunciar a aquel comercio que abre y amenazar con sanciones, clausuras y escrache social. Y claro, encuentra un caldo de cultivo propicio: las empresas son las malas que no quieren cerrar, que no pagan el feriado, que son explotadoras, que no les importa nada.
Es comprensible que haya algo de amenaza oficial para que el censo dé sus frutos. Pero también somos civilizados y una familia es capaz de organizarse: si uno trabaja, está el resto presente para recibir al censista.
Pero si alguien necesita vender sus pollos para hacerse de unos pesos, atender algún cliente en el exterior porque tiene el compromiso de ser soporte de lunes a viernes, repartir remedios, cobrar los peajes, ¿tan grave es? ¿No puede haber excepciones justas?
¿No nos podemos organizar de una manera diferente que no sea a través de la coerción, la multa, la denuncia, el reclamo?