La situación es grave pero ninguno se anima a dar el primer paso. La subordinación financiera y política que tejieron los gobernadores con el kirchnerismo en tiempos de vacas gordas hoy se volvió un bumerán. Necesitan de la Nación para construir una calle, afrontar las deudas y pagar jubilaciones o salarios. Y no es el caso de provincias como Formosa, cuya recaudación propia apenas llega al 22 por ciento de sus recursos. Son las más ricas.

Ese primer paso sería desconocer la negativa del Gobierno central e imprimir cuasimonedas. Pero nadie aún lo hace por su cuenta porque un bono solitario sería destruido de manera inmediata, con un efecto colateral costosísimo sobre los bancos públicos provinciales, para las que aún los conservan.

Mientras tanto, intentan otras alternativas. Córdoba buscó colocar un título de deuda por 150 millones de dólares, pero lo suspendió porque los grandes inversores compraban pero si subían un poco la tasa. Pero el Ministerio de Economía les puso como tope el 12 por ciento en dólares.

Otra posibilidad es reformar la Ley de Responsabilidad Fiscal de modo que los gobernadores puedan endeudarse para pagar salarios. ¿Endeudarse con quién? ¿Qué banco presta hoy a una provincia, y más si está al borde de la quiebra? No hay AFJP, no hay bancos extranjeros, no hay liquidez en Anses ni para los gobernadores amigos. Menos, pequeños ahorristas con ganas de vender sus dólares del colchón.

Algunos intercambian e-mails imaginando estrategias para convencer a la Nación de que distribuya los 7.200 millones de pesos acumulados en Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que no repartió (y que por ley están para atender desequilibrios provinciales y municipales) y otros están pidiendo que el Fondo de la Soja pueda ser de uso libre y no para proyectos de infraestructura.

Los correos electrónicos van y vienen. Pero ninguno tiene respuesta de la Nación.