jueves, 3 de julio de 2008
Como al principio, pero más desconfiados
El rol que se esperaba que cumpliera el Congreso de la Nación era el de resolver el conflicto que se desató en el país hace 115 días, cuando el Gobierno dispuso unilateralmente aumentarle los impuestos a uno de los sectores más prósperos de la economía. Se esperaba que el ámbito de discusión que no se había logrado en las rutas ni en las fallidas negociaciones entre el Gobierno y el campo pudiera plasmarse en el recinto.

Pero sucedió lo mismo que durante los 100 días previos a esta instancia. Cuando ambas partes avanzaban un paso hacia el consenso –lo que implicaba abandonar la postura inicial– el ex presidente Néstor Kirchner ordenó a su tropa, entre gritos y amenazas, votar como el kirchnerismo manda y no “cambiar una coma” de la resolución 125.

No le está siendo fácil la tarea. Algunas comas se cambiaron. Anoche a las 23.15, cuando todo indicaba que el oficialismo se había asegurado la mayoría en la Cámara de Diputados para votar hoy el proyecto, se pasó a un cuarto intermedio. La lectura inmediata es que los votos en el recinto no están firmes y que será necesario al menos un día más de arenga. El proyecto de Felipe Solá podría captar los votos de la oposición y hasta convencer a algún kirchnerista madugado. Si todo estuviera garantizado, ¿por qué demorar más esta agonía?

El Gobierno apuesta a dejar al campo en una posición incómoda: será difícil volver a los piquetes en las rutas si el Congreso le aplica la institucionalidad con la que no nació esta medida. El campo apuntará que ese objetivo no se logró y que los legisladores no votaron a conciencia. De todos modos, la mesa de enlace no controla ya más a los productores en las rutas y anoche había voces que auguraban que el conflicto en el interior reaparecerá el fin de semana.

Mientras las miradas siguen puestas en cómo se pone un punto final en esta pelea, se soslayan otras lecturas sobre conflictos graves por igual. Por caso, en el primer semestre del año el sistema financiero argentino perdió 12 mil millones de pesos en depósitos, el ocho por ciento del total. En los tres meses previos a la crisis de 2001, el nivel partió de 74 mil millones de pesos en agosto de ese año y llegó a diciembre con el 6,2 por ciento menos.

El Banco Central está logrando disipar la sensación de la corrida hacia el dólar al plancharlo en torno de los 3,05 pesos, lo mismo que valía en diciembre de 2005. Pero lo cierto es que, todos los días, las reservas sufren una sangría que promedia los 250 millones de dólares para sostener esa “sensación”. La diferencia entre aquel escenario de entonces con el actual está en el nivel de reservas: 8.500 millones de dólares en 2001 frente a los 47.000 de ahora. Pero si no hay confianza, el tamaño de las reservas sólo garantiza que habrá mayor tiempo de aguante.

No sirve suspender las retenciones móviles por un mes, ni 90 días, ni 180. Hay que resolver el problema ahora antes de que el resto de las variables de la economía se deterioren más. Hay que restaurar la confianza.

Si el Congreso no logra ajustar un proyecto que conforme en parte al campo, el problema volverá a las puertas del Ejecutivo. Y estaremos como al principio, pero más desconfiados.
 
posted by Laura González at 20:04 | Permalink |


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