El crecimiento tapa todo. Aun los debates más genuinos que podrían tener lugar en épocas de vacas gordas –y que las provincias necesitan con desesperación– quedarán para después. Cristina de Kirchner al mando de la Argentina durante los próximos cuatro años es la garantía de que todo seguirá igual. Una garantía lamentable para provincias como Córdoba, que son testigos de una sangría imparable de fondos que regresan diezmados y sólo si medió un peregrinar político.
El gobernador electo Juan Schiaretti deberá repetir los mismos pasos que su jefe, José Manuel de la Sota, tejió con el poder central. Tejer es una manera muy generosa de decir, porque desde 2003 a esta parte es poco lo que los gobernadores pudieron entrelazar e intercambiar con el Presidente de los argentinos. Más bien, debieron subordinarse y acatar.
Lo que se va
Con buen clima y precios internacionales aún mejores, la campaña cordobesa 2006/2007 superará los 5.400 millones de dólares, de los cuales el fisco nacional se quedará, como mínimo, con unos 1.100 millones de dólares. Para 2007, Córdoba presupuestó ingresos (propios y nacionales) por 5.731 millones de pesos, por lo que el aporte del campo a la caja central equivale al 61 por ciento del presupuesto provincial. Serán todavía más si se tienen en cuenta dos cosas posibles: mejores precios internacionales y una suba de al menos cinco puntos en las retenciones a la soja, trigo y maíz.
Ahora, esos millones de dólares van a un pozo negro que los gobernadores miran de afuera, porque no se coparticipan por las vías legales que la república federal ha planteado. Desde 2003 a esta parte quedaron en manos de Néstor Kirchner y fueron los cimientos con los que edificó su poder primero y aspira a trasladárselo a su mujer.
Schiaretti quiere que Córdoba sea reconocida por semejante aporte a las arcas nacionales. Pero no existe esa palabra en el vocablo kirchnerista. Deberá conquistarlo con favores, muchos, hasta que alcancen para remontar los malos términos con los que cerró su relación de la Sota con el matrimonio oficial. Por lo tanto, toda la obra pública que ejecute el Gobierno nacional en Córdoba dependerá de las buenas artes que sepa plantear el próximo gobernador o de los desaires que sea capaz de aguantar los próximos cuatro años.
Al respecto, es público el compromiso de los Kirchner con la culminación de la autopista a Rosario o del inicio de la autovía a Río Cuarto, por caso. Pero pocos saben que el 75 por ciento de cada casa que se hará del programa Hogar Clase Media proviene de la Nación. El conflicto por los terrenos elegidos para esas viviendas y las demoras en avanzar quedó acotado exclusivamente a la Provincia. Pero la demora en el giro de los fondos nacionales es una de las razones de la lentitud del plan, pero el temor a las represalias aquí en Córdoba es tal que ningún funcionario local salió a echar un poco de tierra al Ministerio de Planificación.
Más acuciante aún
Por supuesto que de la bendición o no de Cristina dependerá que Córdoba tenga más o menos obra pública. Pero hay otras dependencias más visibles y preocupantes. Una es la Caja de Jubilaciones. Después de más de cinco años de esperar una auditoría, la Anses determinó que el déficit anual del sistema previsional provincial es de 833 millones de pesos, sobre un gasto total anual de 2.300 millones. Para 2007, el Gobierno nacional había presupuestado un envío de 500 millones de pesos (que está demoradísimo) y para 2008, lejos de subirlo, lo redujo a 447,6 millones.
Schiaretti quiere que, para evitar sugestivos atrasos en el envío de las partidas, el envío de esos fondos sea automático, como la coparticipación. Pero la discusión que se viene no será sólo de forma, sino de fondo: hay que plantear un aumento de nada menos que del 50 por ciento en la partida.
Quedan otras dos discusiones pendientes. La más urgente es la del canje de deuda provincial: los gobiernos federales tienen todavía el grueso de su deuda indexada con CER, que le sigue los pasos a la inflación. Este mecanismo es responsable del crecimiento de 700 millones de la deuda de Córdoba en los últimos dos años, por caso y la obligó, año por año, a peregrinar en búsqueda de ayuda. Siempre logró apenas la mitad de la plata que necesitaba. Nada indica que con Cristina será diferente: es en ese peregrinaje donde consolidará su poder.
El otro debate que también tiene pocas chances de producirse es el de la coparticipación federal. Todas las provincias quieren un reparto más equitativo (léase, más plata) y este Gobierno nacional poco tiene de republicano: engulle todo. Por lo tanto, el margen de Córdoba para debatir cuestiones centrales al federalismo será acotadísimo. Y más aún la posibilidad de disentir.