Son las 2.20 de la mañana. Hace menos de una hora el candidato oficialista Juan Schiaretti acaba de proclamarse ganador en la carrera de la gobernación de la provincia. Dice que la diferencia es indescontable: 43 mil votos en toda la provincia. Y pronuncia quizá la frase más ridícula para quien era ganador seguro hace 10 días: "Ganar por 43 mil votos es un buen triunfo".
Raro. Atrás, apenas un puñado de militantes aplaudía y Schiaretti le promete a sus fieles festejar mañana. Se lo ve cansadísimo, transpirado en su campera roja.
A la misma hora, en un hotel de la ciudad, Luis Juez dice que falta cargar la mayir parte de la Capital y que la diferencia con su oponente, que arrancó en 22 puntos, es cada vez menor. Y es cierto. ¿Pero cómo puede el oficialismo, con todo el aparato electoral y la gimnasia de varias elecciones, estar proclamándose ganador?
Juez transpira y exhorta a su gente que no se mueva. Se ve que contiene la lengua para no gritarse ganador. No vaya a ser cosa que no lo sea.
No hubo un solo encuestador que haya hablado en público cuando empezaron a aparecer los primeros resultados de las meses escrutadas.
2.27. La diferencia se acaba de achicar a medio punto. Juez va detrás y amenaza con pasar a su rival. Acá en el diario seguimos hasta que se pueda hacer una tapa que los números oficiales no puedan desmentir. A todos nos sube la adrenalina por una riña que nunca imaginamos. Seguro que en unas horas este post queda viejo, pero hay que matar el tiempo.