La nariz de Córdoba emerge del agua. Respira con lo justo, haciendo puntas de pie. La crisis que sacude a la Provincia acusa una serie de cruces públicos con el poder central. Pero en el mar del federalismo argentino, hay varias provincias que hoy están al borde de quedarse sin aire.
Están asfixiadas por los vencimientos de deudas que la Nación nunca les refinanció ni les dejó de cobrar y sobre las cuales tampoco les hizo quitas. Desangradas porque sus productores agropecuarios contribuyen a engrosar el segmento de las arcas fiscales que la Nación se resiste a compartir. Asombradas porque Cristina Fernández tomó recursos destinados a la construcción de viviendas (que iban a las provincias) para sostener a Aerolíneas Argentinas y sus nueve mil empleados; o dispuso, sin discusión previa, que 6.700 millones de dólares líquidos de las reservas vayan al Club de París o que anuncie de modo unilateral una rebaja del Impuesto a las Ganancias, lo que implica para las provincias dejar de disponer de 675 millones de pesos anuales.
El diálogo sigue siendo una cuenta pendiente en esta Argentina y el federalismo deshilachado que hoy representan las provincias es el producto directo de lo que hizo el kirchnerismo desde 2003. Y, claro, muchos gobernadores le dejaron hacer.
Por eso, si se concreta esta especie de amenaza de Córdoba de reflotar los bonos de 2001, sobrevolará en la Argentina aquella sensación de que la debacle está cerca. En los meses previos a la caída de la convertibilidad, cada provincia tenía su propio bono. Hasta la Nación. Con el agua en las narices y desesperadas por hacer algo de campaña en 2009, será cuestión de días lo que se demorarán las provincias en emitir también su propia moneda, ignorando olímpicamente las promesas de no hacerlo nunca más.
¿Será Córdoba la primera? ¿Dejará la Presidenta que Schiaretti inaugure la segunda era de “papeles” en apenas una década? ¿O está convencida de que es capaz de hundir a Córdoba sin arrastrar a las demás?
Un ala del Gabinete provincial se entusiasma con que habrá arreglo. Que cuando Córdoba exhale el último aliento, vendrá la plata. Que el kirchnerismo ya piensa en las elecciones 2009 y que Córdoba no puede ser ignorada. O
tra ala del equipo de Schiaretti recuerda a sí misma que los Kirchner “batallaron 130 días con el campo... y la querían seguir”. Mientras, el agua sigue subiendo.