Ni una olla ciudadana salió en apoyo de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP) cuando anoche el Senado nacional les confirmó el certificado de defunción.
A casi ninguno de los 9,5 millones de afiliados al sistema les caían simpáticas las administradoras privadas. En 2007, el 90 por ciento eligió quedarse en el sistema privado más por espanto a que fuese el Estado el que paga todas las jubilaciones que por amor a las AFJP.
Esta vez, la protesta actuó por otro canal más silencioso: los bancos. Sólo en octubre, el mes en el que se anunció la estatización de las AFJP, los bancos perdieron 7.129 millones de pesos y se buscaron 4.700 millones de dólares como refugio, según datos reconocidos por el propio Banco Central.
En los cuatro meses que duró la crisis del campo, la dolarización de la cartera fue de 2.700 millones.
¿Qué está sucediendo? El inversor con información especializada interpreta que las cuentas fiscales están en problemas y duda incluso de que el manotazo a los ahorros previsionales alcance para solucionarlos. Es probable que para pagar los 20 mil millones de dólares que vencen en 2009, el Estado tenga que usar reservas y hasta negociar algún auxilio del Fondo Monetario Internacional. No estará ya el pulmotor de la soja.
El ahorrista común ensaya un silogismo fácil: se llevan los ahorros previsionales, quién sabe después qué sigue en el 2009 electoral; mejor me llevo los dólares a mi casa. O a una caja de seguridad.
La pérdida de confianza, negada de manera explícita por las autoridades monetarias, es el cacerolazo que siguió a la estatización previsional, que se mezcla además con la crisis internacional y las secuelas cada vez más graves en el empleo.
Quien tiene alguna posibilidad de ahorro, guarda. No deposita (por eso las altas tasas de interés, que buscan sin mucho éxito tentar al ahorrista), pero tampoco compra, lo que acrecienta aún más el parate en la actividad económica. Otro cacerolazo sin ollas.
Quizá las medidas de reactivación que la presidenta Cristina Fernández anunciaría la semana próxima alcancen a revertir en algo las expectativas negativas.
Cuánto de acierto y desacierto hay en la decisión de estatizar los ahorros previsionales que el Estado argentino anunció y convalidó el Congreso en apenas un mes, es imposible de saber.
Sí se presume que Argentina tendrá un sistema más excluyente: unos pocos arriba –los que tienen posibilidad de un autoahorro– y muchos abajo, con jubilaciones similares a los 820 pesos promedio que hoy paga Anses, en sintonía con una informalidad laboral del 35 por ciento. Tampoco habrá ollas.
Laura: No soy un experto en economía, pero me puse a hacer unos cálculos mentales.
Se dice que los fondos en poder de las AFJP suman unos 80 mil millones de pesos. Si tenemos en cuenta que el 55% de ese dinero está colocado en bonos del propio estado, y que como quién se debe a sí mismo no debe nada, por lo tanto quedarían algo asi como 36.000 millones. Si a eso le descontamos la pérdida de cotización de las acciones de empresas privadas, ya que quienes invierten su dinero en títulos privados no ven al estado como un buen socio, llegamos a la conclusión que del total de ahorros en el sistema previsional privado, el estado recibirá menos de la mitad.
Conclusión: La Nación se apropiaría de esos fondos por problemas de caja (no es novedad para nadie).
Duda: ¿No será que apropiándose de la cartera de inversiones de las AFJP el gobierno intenta licuar la deuda que representan ese 55% de bonos estatales en manos de las administradoras? De ser así, en un abrir y cerrar de ojos las obligaciones del estado se reducirían en casi 44 mil millones.
Saludos...